Lunes 3 de noviembre de 2014. Un día tan único y excepcional como todos. Un día más. Esa tarde llueve, tras semanas de no hacerlo. Y en un punto de la M-618, 'en la curva de siempre' al decir de vecinos y usuarios, tiene lugar un accidente. Uno más.
En uno de los vehículos afectados viajan Fernando y su hijo Gabriel, de 28 meses. Un año después, Fernando aúna fuerzas para poder contarle a su hijo, fallecido cinco meses antes a consecuencia de las lesiones sufridas en ese accidente, y para contarse a sí mismo por enésima vez, pero ahora en voz alta, lo que pasó, empezó, terminó y volvió a empezar en esa curva fatídica de la M-618.
Hola mi Rey.
Por fin te puedo contar que pasó aquella tarde. A ver si con eso se ablanda el corazón de quien pueda cambiar esa curva del infierno. Que se sigue cobrando tragedia y dolor. La tarde del 3 de Noviembre del 2014 volvia con mi hijo Gabriel, de dos años y medio, del colegio. Mamá tenía una reunión. Estuve a punto de ir a buscarte con Lara. Pero llegó más pronto de lo normal su abuela de trabajar y se quedó con ella. Menos mal. Cuando circulábamos por la M-618 a la altura del Canto del Pico. Íbamos hablando y algo me impulsó a gritarte: "Te quiero hijo", y tú contestaste gritando también: "Te quiero papiti". Sonaba la melodia de 'Somewere over the rainbow'... Y de repente senti un chillido por mi izquierda... Mientras pensaba qué sería sentí un enorme golpe que colocó el capó del coche en la luna y sólo veía su color azul. Entendí mientras mi cuerpo se golpeaba contra el volante y el airbag que se habia salido un coche y nos había embestido. Todo ocurría a camara superlenta. Entonces mire hacia Gabri y en ese momento otro golpe lateral nos volvió retorcer reventando las ventanas izquierdas y dejándome la cara y ojos llenos de heridas, mientras veía a mi hijo como un dumi en su sillita.Y se dejo de mover el coche. Y te dejaste de mover tú. Entonces empecé agritarte "¡¡¡ Gabriel Gabriel !!!" Y pude ver en tus ojos la inactividad de una foto. Que a alguien que sepa de emergencias le cuenta algo terrible. Empecé a sentir el mayor miedo que haya experimentado en mi vida. No puede ser, me repetia mientras intentaba abrir la puerta, que estaba encajada. Entonces se apoderó de mí una fuerza y una decisión que terminarían por ser decisivas. Golpeé con toda mi fuerza la puerta con los dos pies hasta que se abrió. Al hacerlo vi el otro coche por primera vez. Había quedado mirando justo hacia nosotros. Cayó una persona agarrándose las rodillas y emitiendo quejidos y peticiones de ayuda. Le dije "quédate quieto, ahora vienen". Miré a los lados y pude ver a gente que venía hacia nosotros. Fui a abrir tu puerta. Y estaba más encajada que la mía. Di la vuelta pero el coche habia quedado atrapado por el quitamiedos. Y Gabri seguía igual. La ansiedad me inundaba la mente. Me hacia llorar, no me dejaba pensar.. No me la podia permitir. Volví a la puerta en cuestión y meti mis manos entre los cristales, apoye mis piernas en los laterales y tiré como si fuera un cabestro. Entonces, mientras conseguía abrir la puerta, un hombre dijo "sóis solo los dos, estáis bien". De mi garganta salió un alarido que decia: falta mi hijo, mientras entraba en el coche a sacar a Gabri, pues ya estaba casi seguro de que se habia parado. Al llegar a él y comprobar que no tenía signos de vida sentí como mi mundo se venia abajo. Empezaron a pasarme un sin fin de consecuencias. Con cuidado y prisa le sacaba del coche para colocarle en el suelo y empezar a reanimarle. Sólo pensaba que se tenia que despedir de su mamá. No podía, no me sentía capaz, pero no había otra. Así que anulé mi parte emocional y empecé a trabajar. Insuflar y percutir el tórax apropiadamente a un ritmo alto muy alto. Son niños. Durante el tiempo que pasamos en la curva fue llegando gente. Llamaban al 112 todos a la vez, sin saber dar los datos apropiados. Eso hizo que me exaltara un poco. Se oyeron las primeras sirenas y todos pensábamos ¡ ayuda por fin !. Pero no. Aunque llegó la policia local de Hoyo, que estuvo a la altura y para mí fue decisiba en su apoyo. Yo seguía sin parar ahaciendole una RCP a mi bebé y sonaron otras sirenas. La Guardia Civil. Ahí senti la más profunda desazón que jamás habia experimentado. Veia que la vida de mi Rey se escapaba entre mis dedos. Y no conseguía traerle de nuevo, y me paré, no sé por que me quede obnubilado, sin oido. Desde un lejano recoveco una voz empezo a gritar: "No pares, no pares..." y me hizo volver de la tristeza, la angustia y el estrés que me agarrotaron.
Al poco rato, en una de las pequeñas pausas que hacía para comprobar los signos vitales, ocurrió. Senti tu corazón que latía de nuevo. No podía ni creerlo... teníamos una oportunidad. Inmediatamente empezamos a sentir una gran ansiedad por la ausencia aún de la UVI y empezamos a pensar en llegar al hospital de Torre. Dos minutos de camino y nos cruzariamos con la UVI si llegaban. Si perdía ese latido no seria capaz de seguir. Ya casi no podia mirarte, mi amor. Así que nos decidimos y finalmente nos cruzamos con la UVI de Nicolás y la Cruz roja. Te entregué esperando volver a verte vivo pero no lo tenía claro. Y todos los dolores me invadieron e hicieron caer. Me metieron en la ambulancia y a esperar mientras me curaban las heridas de la cara y demás, e intentaban que no pensase en qué pasaba al lado con mi Rey. Pero era imposible: sólo pensaba en tu madre y en tu hermana. No podía terminar así. Mi móvil quedó destrozado y no tenía los teléfonos. Intenté hablar con tu mamá pero no pude. ¡Qué solo me sentía!. Al fin nos dijeron que nos íbamos y la esperanza me llenó el alma. A la Paz, donde estan los mejores para esto.Como debe ser en estos casos. Allí seguí solo mientras me hacían alguna prueba en aparatos para chavales. Sin poder saber que estaba ocurriendo. Cuando me dejaron empecé a vestirme y vi a mi hermana que llegaba hacia mí. La primera persona cercana en 4 horas. No se puede describir la ansiedad y el dolor de la incertidumbre. Me llevó a REA, ya que conocía el hospital, y alli pude ver ya a mucha gente conocida. Cosa mala. Pasamos varias horas con la esperanza de que no fuese lo que fue, pero algo en el fondo de mí lo tenia claro. No respiraba solo. Finalmente recibimos Elena y yo la noticia de su pentaplejia. Y la percepción de que su supervivencia era algo sutil, fragil, casi imposible. Esa curva. Mal hecha. Que no para de cobrar tragedia. Esa curva no puede seguir así para que me vuelva a ocurrir con la hija que me queda. Ni a mí ni a nadie. Necesitamos que cambie. No queremos jugarnos la vida por negligencias de otras personas. Lo que nos llevamos mi familia de allí nos seguirá para siempre. Pero por favor, que no pase más. ¿Y si nos tocara otra vez? Basta ya ¿verdad mi amor?. Esa curva se llevó nuestra vida. Esa curva y no llevarte a contra marcha.
Lo siento mi vida.Te quiero.
Tiempo. Se precisa tiempo para escucharse, hablarse y poder hablar. Elena, la mamá de Gabriel, sintió llegar esa hora justo un año después del fatal accidente. Y se contó a sí misma su terrible historia sin salir de ella.
Tal día como hoy me levanté de la cama para ir a trabajar. Desperté a mi niño sin saber que ese día cambiarían nuestras vidas para siempre. Fuimos contentos al cole, como cada día, sin saber que ése sería el último... sin ser conscientes de que íbamos a comenzar la batalla más dura de nuestra vida, la cual tenía ya un final escrito. Me despedí de ti, tú llorando porque no te querías ir... y mientras yo reía y ganaba monedas de chocolate en un curso que ya había hecho mil veces, nuestras vidas se rompían en pedazos. Aún recuerdo las llamadas en el móvil, mi salida al pasillo y el grito de horror que hizo salir a todos mis compañeros. Como la angustia y la preocupación se iban adueñando de mí. La desesperación de poder llegar hasta vosotros... los coches... los coches y más coches en un serpenteante vaivén que no me permitía avanzar... Cuando por fin llegué no sabía hacia donde correr. Papá estaba bien, o eso me decían, así que corrí hacia ti. No me dejaban verte... la desesperación me recorría de arriba a abajo, se retorcía dejando todo mi cuerpo tembloroso y tensionado... Por fin te vi, te llevaban a hacer unas pruebas, pero de entre tu estupor por la sedación conseguiste verme y decir "mamá "… sin sonido, sin voz, sin movimiento... pero ahí. .. Empezaron unas de tantas horas angustiosas, esperando en fríos pasillos a tener noticias de ti... empece a escuchar las palabras que tan huecas me suenan ya y que siguen repitiéndose de nuevo en mi vida hoy: "a ver, no sabemos, tiempo al tiempo..." En un día como hoy comenzó a desgarrárseme el alma... en un día como hoy comenzó el principio de nuestro fin.
Te quiero bebé.
Han pasado casi dos años desde que pasó lo que pasó. No se puede cambiar el pasado. Pero sí aprender de él. Y utilizarle para tratar de mejorar en lo posible cada mañana, cada día de nuestro incierto futuro. Elena, Fernando y Gabri, juntos, están ahora en esa esperanzadora tarea. Alguien dijo que el sinónimo más ajustado a la esperanza es justicia. Un mundo más justo suena como irrenunciable. Y en eso están Elena, Fernando y Gabri. Y no están solos, como no lo estuvieron nunca, en esa nueva batalla para evitar lo que ellos, por desgracia, no pudieron evitar.
El inicio de esta lucha no habría ocurrido si Critina Barroso, pionera en España de la concienciación a contramarcha, no se hubiese cruzado en sus vidas. Ella fué la persona que ya luchaba en las sombras contra tal injusticia y que hizo que Elena y Fernando y La OlaVerde tomaran conciencia de la inseguridad en la que viajaban nuestros hijos, y emprender juntos una tarea que parecía imposible. Tan imposible como que Gabriel permaneciera con nosotros los siete meses que hicieron que naciera su leyenda.
Desde este enlace ellos y toda la OlaVerde solicitan las firmas de aquellos que se quieran sumar a esta iniciativa por la seguridad de nuestros hijos y a la que tú te puedes unir contribuyendo a cambiar el mundo para que ellos puedan vivir en un lugar mas seguro, mejor.
Gracias a todos, de corazón, por tratar de hacer posible lo imposible.
Luchemos por lo imposible.